martes, 23 de agosto de 2011

DE VUELTA AL LABERINTO: ESPAÑA Y LA CULTURA DEL BARROCO, UNA PROPUESTA DE MODERNIDAD AMPLIADA - Carlos Soldevilla Pérez (4)

7. A modo de conclusión, Barroco y Neobarroco: hacia una Modernidad ampliada

El nuevo reverdecer que la imaginación barroca y su contrapartida actual neobarroca están comenzado a desplegar en la sociedad actual, surge como respuesta al hecho de que la modernización cultural ha roto con muchos espacios expresivos significativos como el arte, el mito y el ritual. Ruptura que ha ocasionado que estas cuestiones bien se descuiden o bien resurjan a través del trabajo reflexivo y rememorativo de las personas y de la sociedad civil en su conjunto. La ciudadanía, así, ha comenzado a vindicar su memoria y su imaginación y, frente a la fuerza glacial de los habitus funcionales requeridos por la Modernidad tardía, los más inquietos y creativos agentes sociales han ido forjando (en el artesanal taller de la vida cotidiana), nuevas prácticas sociales y nuevos estilos de vida. En consecuencia, el trabajo de imaginación barroco y neobarroco está posibilitando la recuperación del sentido estético, mítico y ritual propio de las culturas vernáculas, articulando dichos sentidos y significados primordiales con la asunción de los comportamientos funcionales propios de la Modernidad tardía.

Consecuentemente, la teoría de la actualidad del Barroco y Neobarroco que proponemos, con su énfasis en la capacidad de agencia de los sujetos y grupos sociales, la vigencia de las tradiciones culturales autóctonas y la recuperación de la memoria, entraña la empresa de reforzar las señas de identidad sociocultural propias en un momento en que nuestras sociedades se hallan faltas de certezas (normativas, axiológicas y conductuales). Por eso conviene ahora, a modo de conclusión, recapitular algunas características centrales de la reivindicación neobarroca del Barroco, dentro de nuestra propuesta de modernidad ampliada.

1. Una decidida apuesta a favor del tiempo lento rememorativo y reflexivo, junto con el cuidado de personas y la naturaleza: Existe consenso general en que el mundo de la tardomodernidad está inmerso en voraces procesos de producción, de consumo, de sobresaturación de imágenes e información, en el que los desarrollos ni siquiera tienen tiempo para culminar, fagocitándose unos a otros. Sin embargo, el Neobarroco nos sugiere que quizá sea el momento de ralentizar la marcha para pensar más detenidamente en el por qué, el para qué y el a dónde vamos. Pero, preguntarán ustedes, ¿cómo? Pues generando un tiempo y un espacio silencioso, cuidadoso (con uno mismo y con los semejantes), ecológico, respetuoso con todas las formas que, por ser finitas, apelan a lo sagrado. Espacio diferenciado de los «no lugares» descritos por Marc Augé (1996), así como del ruido y la vorágine exterior, lanzando una llamada a la resistencia contra la aceleración temporal, la reducción espacial que ésta conlleva y la sustitución de lo real por lo virtual que, en principio, no nos mejora y que fácilmente puede abocarnos a un sistema homogéneo, uniforme y totalizador por medio de la colonización técnica, publicitaria y consumista. No se propone la desconexión de lo que sucede, pero sí se recomienda un tempo lento, mientras se crean propuestas alternativas al relativismo y la confusión axiológica de la sociedad y cultura actual desde las tradiciones vernáculas.

2. La actualidad neobarroca de la estética de la existencia: Otra manifiesta inspiración barroca reside en la vindicación de una «estética de la existencia», promoviendo nuevas formas y maneras de extensión de lo estético a los modos de vida cotidianos de las gentes, incentivando con ello las tendencias a una estilización de la vida de personas y colectivos (Soldevilla, 1998; 2005a y 2005b). Esto significa el advenimiento de un anthropos aestheticus que desvela, en nuestras confusas sociedades, la complejidad de la vida personal y colectiva, lo que hace necesario apropiarse de los recursos estéticos para poder conformar un yo (que conozca y enriquezca sus propios límites y posibilidades), un cuerpo (que diseñe su morfología siendo reflexivo respecto a los imperativos de los cánones sociales vigentes) y una interacción social positiva (que cuente con las habilidades dramatúrgicas necesarias para resolver los desafíos de los distintos escenarios sociales de nuestra contemporaneidad). Pues quizá ahora más que nunca existen posibilidades para nuevas formas de autonomía creativa de los actores sociales, y también para configurar nuevas microculturas que constituyan los diferentes enclaves de estilos de vida, esto es, maneras de actuar provistas de sentido personal y dotadas de memoria, reflexividad y autonomía creativa. Estas facetas son incentivadas en la cultura neobarroca, por su decidido énfasis en la estetización de la vida cotidiana, así como en la configuración de los nuevos criterios de organización social, que posibiliten la reflexividad estética de actores y grupos para constituir sus modelos de sociabilidad en los diversos enclaves de estilos de vida.

3. Lo sublime barroco, que pone en valor la estética de la recepción popular: La vindicación de la estética de la existencia barroca está en sintonía con la producción masiva de imágenes y el predominio de una estética espectacular encaminada a estimular y asombrar al receptor, a excitarle por medio de lo sensual. Con ello se actualiza la cuestión de «lo sublime», como base de una sensibilidad estética que, como ya anticipara Edmund Burke (1757), postula que el dolor, el miedo, el peligro, el asombro y lo terrible, glosan vivamente el ámbito de lo sublime estético. Según Burke, todas esas sensaciones, precisamente por vincular simultáneamente placer y horror, contribuyen a proporcionar la experiencia de lo sublime. Concepción de lo sublime-barroco, que al ser y no practicar discriminación alguna, incentiva la «estética de la recepción popular», haciendo que en la comprensión de las obras intervenga activamente el público, en una recepción elaborada que matiza, reinterpreta y recrea las obras. El espectador termina así por completar la obra de arte con su comprensión, su interpretación, su reapropiación o, en su caso, su censura.

4. La actualización de la cultura popular: Las nuevas formas neobarrocas suponen un resurgir de formas, prácticas y experiencias ligadas a la tradiciones propias de la cultura popular y que reposan, desde sus orígenes barrocos, sobre la profusión de encuentros, el entretenimiento visual y la escenificación de la interacción social (Peter Burke, 1991). Así, espectáculos como el teatro, el circo, el vodevil, la pantomima, el melodrama, la farsa, los números de magia eran concebidos en el periodo barroco como fuente de placer visual intenso e instantáneo a través de imágenes y acciones destinadas a estimular, asombrar y maravillar al público. Dicha tradición popular se perpetúa hoy en otros géneros de entretenimiento popular basados en tecnologías ópticas como el cine, la televisión, el DVD, el vídeo, Internet, etc. De este modo, los géneros de la cultura visual digital constituyen actualmente un resurgimiento de lo espectacular en el seno de las formas de entretenimiento y de las diversiones populares. También por eso, en las más recientes formas culturales, la discursividad parece ir dejando paso a la cultura de la imagen (Buci-Glucksmann, 1984 y 1986; Jay, 2003). Y es que la intensificación de la pulsión escópica, la tendencia hacia la espectacularización, así como la preponderancia de lo icónico son rasgos de los productos y escenarios culturales neobarrocos. Entre otros, por ejemplo, la fascinación por los efectos especiales digitales, por el montaje y la copia, por el fragmento y los contenidos tecnológicos, han favorecido en amplias zonas del consumo cultural una imperante poética del asombro y la hiperexcitación. Nuevos espacios estéticos que no conviene desechar de un plumazo en nombre de los enfoques propios de la «alta cultura» (para la que la índole ornamental y sensual de las manifestaciones barrocas, sumada a su carácter masivo, es causa suficiente de condena y menosprecio), sino saber apreciar en ellos la reflexión y potencia creadora que conllevan y posibilitan.

5. Frente a la radicalización de la Modernidad el futuro primitivo del reverdecimiento de las tradiciones barroca y neobarroca: En el largo plazo podemos encontrar que la libertad cultural y la justicia sostenible en el mundo no presuponen la existencia de una radicalización de la modernidad, sino sensu contrario, el reverdecer de las tradiciones e identidades de antiguo abolengo barroco y neobarroco. Este es el futuro primitivo que deseamos. Esta sorprendente posibilidad puede ser el más excitante dividendo de vivir dentro de una Modernidad ampliada. Pues, el pensamiento barroco y neobarroco no es el refugio fácil de los pensadores críticos, sino una de las posibilidades de encontrar alguna luz sobre el presente y nuestra condición. Pero es hora de terminar y bueno es hacerlo con la feliz ocurrencia de D´Ors, cuando declara sentirse como yo me siento ahora: «un intelectual jornalero, dominicalmente enamorado del Barroco» (D´Ors, 1935:41).

http://www.fundacioncajamar.es/mediterraneo/revista/me1404.pdf

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