La narrativa
americana contemporánea se inscribe dentro de los parámetros estéticos de un
movimiento literario, denominado Neobarroco, por las evidentes correspondencias
que revela con el cuasi homónimo español del siglo XVII.
Como su
precedente hispánico, el Neobarroco se caracteriza por el exceso y la artificiosidad
de los recursos estéticos utilizados. Artificiosidad que consiste,
principalmente, en la extrema distancia existente entre el plano real y el
plano evocado de la metáfora. Esa distancia de por sí lleva a la desmesura, a
la hipérbole, otra de las características barrocas.
Varios son los
procedimientos lingüísticos utilizados para lograr esa desmesura artificiosa.
• La sustitución
consiste en emplear un vocablo en lugar de otro, alejado semánticamente del
primero, pero inteligible en ese contexto. Así, por ejemplo, Alejo Carpentier
dice en Los pasos perdidos, para referirse a la cordillera de los Andes:
Estábamos sobre
el espinazo de las Indias fabulosas, sobre una de sus vértebras.
• La
proliferación también es una sustitución, pero por una cadena de vocablos
enhebrados enumerativamente, hasta describir una órbita alrededor del
significante originario. Ejemplo:
La selva era el
mundo de la mentira, de la trampa, del falso semblante; ahí todo era disfraz,
estratagema, juego de apariencias, metamorfosis, (Alejo Carpentier, Los pasos
perdidos )
• La
condensación se produce por la creación de un nuevo vocablo a partir de dos
conocidos, cuyos significados reúne. Así Carpentier escribe en la novela ya
citada: ... en cuyos balcones dormitaban loros "plumiparados" ...
Daban ganas de darles nombres (a las máquinas] que fuesen buenos para demonios
me divertía en llamarlas "Flacocuervo", "Buitrehierro", o
"Maltridente" .
• La parodia:
como en el Barroco hispánico del Siglo de Oro, el texto neobarroco hispanoamericano
requiere una "lectura de filigrana" para advertir el real significado
subyacente. Es que el narrador contemporáneo escribe entrelazando textos de
escritores anteriores a él. Así, su estilo semeja una red, tejida a manera de
"collage", con fragmentos, expresiones o personajes literarios. Como
ejemplo cabe citar el famosísimo Cien años de soledad, de Gabriel García
Márquez, en cuya trama se entrelazan: una frase de Juan Rulfo, un personaje de
Carpentier (Victor Hugues, de El siglo de las luces), otro de Cortázar
(Rocamadour, de Rayuela) y otro de Carlos Fuentes (Artemio Cruz, de La muerte
de Artemio Cruz). Este procedimiento expresivo, o intertextualidad, coadyuva a
marcar el carácter paródico de la literatura neobarroca.
Algo similar
ocurre con la intratextualidad. Según este procedimiento paródico, adquieren
relevancia ciertos fonemas, cuya disposición produce distintos
"juegos" fonéticos. Ellos son:
el anagrama, que
consiste en la transposición de las letras de una palabra o frase, para formar
un nuevo vocablo; el caligrama, que denomina al dibujo representativo de un
objeto o un animal, cuyos límites están llenados por palabras; la aliteración
en todas sus formas.
El objetivo
humorístico de estos procedimientos acentúa el aspecto irónico de las obras
literarias.
El uso de estos
recursos lingüísticos subraya la característica superabundancia del Neobarroco,
hiperbólico y artificioso en demasía. Así, Cabrera Infante visualiza la
pequeñez de su personaje mediante un recurso tipográfico:
y el dueño se
achicó, si es que podía hacerla todavía y
fue el hombre
increíblemente encogido, pulgarcito
o meñique, el
genio de la botella al revés y
se fue haciendo
más y más chico,
pequeño,
pequeñito, chirriquitico,
hasta que
desapareció por
un agujero de
ratones al
fondo - fondo -
fondo,
un hoyo que
empezaba con
o
Fuente: Las
letras en la América Hispana
Editorial
Estrada,
Buenos Aires,
1994
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